EVITAR EL PASADO, CONSTRUYENDO CON ÉL.
¡Hola Comunidad Urbana! Volvimos. Es importante, en estas épocas, sincerarnos. Se nos hace muy difícil mantener semana tras semana estas líneas. La carga de malas noticias, de crueldad, de violencia, nos coloca en una situación muy angustiante. Justamente de eso, vamos a hablar.
Mi ciudad, Berisso, ese lugar que me genera un tinte de nostalgia, amor, orgullo y distancia a las metrópolis. Está ingresando a uno de los meses, que en razón de festividad, se coloca como el más importante. Inicia la Fiesta Nacional/Provincial del Inmigrante.
Para quienes nunca escucharon de ella, es una fiesta, que recuerda la llegada, como el nombre lo dice, del grueso de inmigrantes del siglo pasado, quienes forjaron una sociedad multicultural impensada. Escaparon de una sociedad en guerra y se encontraron con una nueva oportunidad, demás difícil, pero con una en fin. En poco tiempo, uniéndose a quienes ya se encontraban allí, construyeron una sociedad.
Esa construcción compleja, me cuesta comprenderla y la asemejo a la actualidad. Un presente, que me lástima el espíritu. Crueldad, violencia, odio, expresado desde quienes tienen la máxima diplomacia, absorbida por quienes los siguen, por distintas razones y causales, pero haciéndolo en fin.
Felipe Protzukov, autor berissense, expresa “En el pasar y en el estar, solo se concibe la presencia”. Creo que en ello, hay algo muy importante, el entonar la presencia. Esto lo traduzco en esa representación, pero la cual se centraliza, en la necesidad imperiosa, empero no una necesidad egoísta, sino en necesitarnos humanamente.
Esa humanidad, la encuentro tan alejada. La distancia, nos hace creer que aquellos tiempos eran muy distintos. Sí. Lo eran, pero hay cuestiones que siguen intactas. ¿No lo creen? ¿Les parece algo normal que un jubilado exprese por televisión que no se puede dar “el gusto” de comprarse un alfajor? Personalmente, me destruye.
Frente a ello, imagino cómo podemos construir una sociedad frente a la necesidad. ¿Qué tenían los inmigrantes de distinto a nuestra población actual? ¿Existe un 50% de la población que odie tanto para no ser conmovido por ese jubilado y otros tantos?
El Mundo, porque claro, esta temática no es solo argentina, nos empuja a un individualismo recalcitrante. Siendo esta ala individual un punto cuasi anti natural. Frases sobre esto hay en cantidad innumerable. Lo colectivo es el centro de la vida humana y hasta de otras especies del mundo animal. Retornar a la comunidad debe ser el epicentro. Pedir la taza de azúcar, cuidar al hijo del vecino, hacer el pesto para el barrio.
En el siglo pasado, las y los inmigrantes, desconocían por completo las tierras berissenses. Hoy, las y los jóvenes desconocemos nuestro futuro. No logramos pensar a más de dos años, no nos imaginamos nuestra propia vivienda, no nos creemos estables en nuestro trabajo actual, no vemos el futuro cercano.
Las respuestas a estas incertidumbres, se dan en creer que es culpabilidad del que lo padece. Como si el mundo, lleva inherente una libertad que está al alcance de la mano. Que la “ayuda” es un estorbo. Que debemos “esforzarnos” por vivir esta vida inhumana.
En el siglo pasado, mediante la explotación, que merecería otras líneas, las y los inmigrantes trabajaban en jornales inhumanos, hoy, continuamos trabajando por más de 10 horas diarias como mínimo. En aquellos tiempos, las riquezas eran absorbidas por empresas foráneas, hoy también y además, las capitalistas nacionales, son mucho más deplorables que los foráneos.
En el pasado, las y los trabajadores se encontraban en soledad, no existía el sindicato que los protegiera frente a los avasallamientos, hoy, el mundo laboral busco las herramientas para que el sindicalismo no llegue. Como así también, este, hizo todo lo posible para colocarse en el ojo de la tormenta.
Luego, la violencia era moneda corriente, una negligencia espiritual alarmante, hoy, se le desea la muerte a todo aquel que no piense lo mismo. El desprecio hacia quien tengo al lado, con un tinte de superioridad, hizo de la crueldad una virtud. Despotricando contra el amor humano, rompiendo lazos morales de antaño, descuidando nuestro vivir.
En el pasado, era apuntalado por el desconocimiento, la falta de información, hoy cambiando el rumbo, la sobreinformación provoca llegar a la falacia, como un asunto imposible de corromper. Nos informamos a partir de la falsedad.
Tal vez, el punto más distante entre el pasado y el presente, es la política. Con un recorrido histórico, podemos entrever, que el nivel intelectual, más allá de las disidencias, generaba discusiones, doctrinas, traspasamiento de decisiones, con un nivel de respeto. Lo que permitía, que la política sea vista como una herramienta necesaria para el crecimiento social. Actualmente, tal vez de forma adrede por parte de los grupos de poder, se logró que la política sea una farsa. Desde paupérrimos niveles culturales, hasta providencias sin visualizar las realidades de las mayorías. Provocando una falta de representación insólita.
Luego de recontado, estremece. El punto de salida, debe ser por un lado consensuado. Empero, dicha lectura no podrá ser tal a partir del individualismo. Debemos volver a construir comunidades. ¿Cómo pudieron las y los inmigrantes en el pasado unirse a pesar de las diferencias étnicas, culturales, de experiencias? No tengo dudas que fue por humanidad.
Frente a la necesidad, debe surgir el amor desde nuestro corazón. Algo que parece filosófico, inútil e inverosímil. Pero allí está la base. Encontrarnos entre las diferencias, buscar salidas, que provoquen que todos y todas podamos ser felices.
Debemos generar pequeños núcleos, que nos afiancen el recorrido y nos permitan comprender con qué herramientas contamos. Esos pequeños núcleos, serán la base para volver a encontrarnos de forma colectiva, tendiendo manos, lazos y corazones. De lo colectivo, saldrá lo mejor, borrará los infructuosos y generara un futuro con certezas y utopías.
Por Andrés Noetzly.
22 de Septiembre del 2024.