50 AÑOS PARA PENSARNOS
Hola Comunidad Urbana, hoy logramos salir de la cotidianeidad y recordamos a 50 años de su partida a Juan Domingo Perón. Ojalá, lo disfruten tanto como yo.
Cuando una persona deja este plano, muchas veces nos concertamos a recordarla. Inoportunamente, al momento que sucede. Como si su muerte, necesite un reconto de sus quehaceres. Creo que la humanidad es nostálgica por naturaleza. Difícil es, que en algún punto de nuestras vidas, sucesos, acontecimientos, no nos lleven al pasado. Lo cual no refleja indefectiblemente momentos bellos, pero, ese pasado allí se encuentra.
No obstante, somos una construcción de acontecimientos de nuestro pretérito. Esa edificación nos deja huellas, transforma una hoja en blanco o con pocos renglones, en una verdadera obra. Todo ello, nos permitirá desarrollarnos, generar una identidad, traducido en formas, pensamientos, acciones bajo un espíritu moral. Lo expuesto, se torna un tanto ilusorio en nuestra liquida realidad.
Por momentos, nos encontramos frente a una disyuntiva. O tal vez, no estamos observando con certeza nuestro presente. Si nuestra realidad nos invita a un mundo veloz, rápido, acumulable en lo material, pero no en lo espiritual, mantener la búsqueda de un reconocimiento del pasado se torna muchas veces nocivo. Dicha inoportunidad, no se encuentra en su negatividad, sino que simplemente colisiona contra una armadura social. Lo obtenido, esta y su gratitud no se piensa como un accionar coherente. La reflexión atravesada por el tiempo es un infortunio en una nebulosa individualista.
A partir de dichas premisas, pensar los logros del pasado reconvertidos en una óptica filosófica, podría ser más prudente. Recordar, realizar un recorrido histórico, simplemente para construir una identidad, que sirva para fomentar un desarrollo futuro. No hacerlo solo provocaría una evocación emotiva. En cambio, obtendremos mayor cantidad de personas que identifiquen un destello a perseguir. Una utopía. En definitiva eso enarbola una doctrina, un conjunto de ideas, que nos han marcado y consideramos asequibles para otras personas. Pregonar por ello, es uno de los perfeccionamientos sociales más intrépidos de la vida humana.
Frente a esto, Perón decía que “las doctrinas pueden ser elásticas, lo que no puede ser elástico son los principios que la sustentan; eso es eterno”. Pues claro, una doctrina se construye con hechos del pasado, o la mayoría de ellas, salvo los casos que podemos avistar en la actualidad de personajes que quieren implementar “lo nuevo”, cuando en verdad no lo son, sino que han sido fracasos del pasado. Lo construido positivamente en el pasado, puede tornarse negativo en la actualidad. Irrisorio a lo cotidiano. Pero lo que ha llevado al desarrollo de esos hechos en el pasado, tiene detrás, una cimentación moral y espiritual que no se modifica con el tiempo. Esto debe entenderse en el momento oportuno, en las condiciones pertinentes. Dado que vivimos a una velocidad espumeante, que es necesario encontrarlo impregnado en el alma. Lo “común”.
En esto Perón siempre nos adelantó los sucesos. “En la historia no se repite dos veces el mismo caso en igual forma”, con ello, nos marca que lo resolutivo, no tiene siempre el mismo desenlace, pero no indica bajo ninguna premisa, que ese conjunto de ideas con su fin marcado tenga que modificarse.
Con ello, podremos conseguir, algo imprescindible para según Perón, la conducción. Lograr unidad de objeto, lo cual no nos marca una unidad en el camino, en la resolución parcial, sino en el punto de llegada. Cooperar, vivir en una comunidad. Esto nos permite tener una finalidad, una razón para nuestro pasar en la vida. Los caminos para llegar a esa finalidad, con su adecuada modificación, nos permiten evolucionar. Perón siempre reflejó en su intelectualidad su capacidad de determinar que sin evolución, con un ajuste a la realidad, se tornaría irrelevante la doctrina. Pero ella, sería la misma, porque encuadra una sistematización de los principios que nos guían. ¿Hacia dónde? Hacia una realización humana, germinar y cultivar la condición humana.
La doctrina, enmarca qué es una condición humana, lo cual tiene diversas vertientes, pero su punto trascendental se encuentra en lo “social”. El desarrollo, la evolución, debe ser en sociedad, sino poco interesa. Esto puede ser la revolución necesaria que tiene detrás el peronismo. En sus aciertos, siempre encontraremos, lo colectivo como un rasgo necesario para apuntalar el desarrollo individual. Nadie, pero nadie, sobrevive solo.
La actualización doctrinaria será en sus formas y no en su concepción moral. Cada día debemos preguntarnos qué queremos, hacia dónde vamos y qué buscamos. Si en ello, hay factores sociales, humanos, colectivos y de desarrollo individual, ingrese o manténgase en el movimiento forjado por Juan Domingo Perón.
General, su mayor logro fue forjar una conciencia social. Aunque hoy se encuentra disuelta.
Ahora bien, la forma de trasmitir estos engranajes es clave. Estamos frente a una liturgia de emociones, que como expresaba Cooke “podrá estimular algunos ocasionales actos valerosos o meritorios, pero no integrarlos en una estrategia que nos encamine a victorias definitivas”. Aquí podemos referir qué representaría una victoria, pero mucho más accesible, es considerar qué circunstancias debemos resguardar frente al cambio propio del tiempo y la evolución. No hacerlo, nos resguarda en una cueva, que tal vez al salir, el tiempo ya ha pasado.
Empero, la evolución genera modificaciones. Estas, tienen que tener una certera identificación, sino simplemente debemos observar nuestro presente. Desosiego e incertidumbre. Esto tiene una barrera infranqueable en algún punto y es que a pesar del paso del tiempo, en nuestro país se recuerda que en gobiernos peronistas a las clases dominantes se les puso un freno, como así también, la felicidad de muchos, repudiada por pocos.
Esto aplica al peronismo en todas sus vertientes y bajo los intentos de mofar mediante el “peronometro” ocasional. No obstante, estas proposiciones no permiten descanso alguno, error que viene cometiendo gran parte de las y los integrantes del Movimiento. Quienes encontraron un lugar de comodidad, distante de las realidades de las mayorías. Han olvidado que la realización se logra trabajando incansablemente, cada día. Esto no es para cualquiera.
Es decir, que nuestros objetivos finales, la felicidad, concreción y desarrollo humano del pueblo se encuentran escondidos tras la niebla. Según palabras de Cooke “Allí está el origen de ese temor (…) el Movimiento no acierta a cumplirlas con la efectividad que pudiera esperarse de su poderío numérico de la calidad de sus militantes”. Tenemos que encontrar rápidamente la unidad de concepción, como así también la de acción. Esta última, mas imprescindible, porque mejor que decir, es hacer.
El resultado de lo antes mencionado, es un pueblo triste, con sus niveles de vida deplorables, condiciones de trabajo, si es que lo tienen, paupérrimas; odio y beneficio al violento, lo cual nos aleja de encontrarnos realizados. Hemos disipado la fe, como así también, el culto a lo colectivo. Esta perdida, tiene varios factores, pero sin duda el principal es el nivel cultural, intelectual y sobre todo humanista de la dirigencia. Lo cual ha llevado a una disolución total de nuestros intereses nacionales. Una retórica vacía, inerte, hoy dirige nuestra Nación.
Podemos combatirla soñando o diagramando una “grandeza”, que por imposible que fuera, nuestra existencia debe mínimamente intentarlo.
Pero si los exponentes simplemente echan culpas por creernos lo que nos dicen, sin siquiera generar culpas propias, esa retórica se volverá movimiento. Hoy no contamos con ninguno de los pasos que Perón creía oportunos para conducir: No estamos organizados, no hemos educado, tampoco enseñado, mucho menos capacitado y nadie nos puede conducir. Debemos comenzar por lo mínimo, los valores morales y luego los intelectuales.
Entre tanta nebulosa, nos debemos quedar tranquilos. El partido no ha envejecido, solo lo han hecho quienes se lo adjudican. Allí estará la clave, si la militancia saltará hacia la organización partidaria, para luego pensar el desarrollo colectivo. Esto es necesario dado que hemos vivenciado que la partidocracia no es esencial para ganar elecciones.
Dicha militancia, protegerá la doctrina definida como los principios a seguir, siendo alterables en su aplicación. Allí encontraremos a quienes quieran persistir en el movimiento por encima de un personaje particular y eso determinará una lucha por la idea, retomando nuestro camino, es decir, sobre qué debemos velar.
No debemos desmoronarnos cuando no logremos combatir el odio. Las personas como aman, odian, es su naturaleza. Solamente debemos luchar porque el amor no deje traslucir el odio. Para ello, tenemos que conocer al pueblo, su realidad y de esta forma, aprenderemos a amar mucho más.
En ello, podemos comenzar a vislumbrar la afluencia hacia la Justicia Social, la cual debe tener una conexión entre el individualismo y el colectivismo, siendo imprescindible encontrar el camino para que esos polos que se creen opuestos se entrecrucen en algún punto. Allí llegaremos a la Comunidad. Esto fue adelantado por Perón: “El año 2000 nos encontrará unidos o dominados”. En el 2000 estábamos dominados y 24 años después, también. En ello debemos ser cautos, el nacionalismo es impracticable en el mundo actual, pero en su cultura, en poder enamorarnos de nuestra tierra, a pesar del lugar de donde proviene el consumo, es posible.
Perón sin dudas fue un hombre que emerge cada mil años. Ha sido un adelantado y un aficionado al aprendizaje. Ha logrado entablar temas que recién algunos comienzan a referirlos en la actualidad. Por ejemplo, hace añares, se refería al medio ambiente y la necesidad de su cuidado, aunque mucho desconocen esta faceta. Pensar que lo han querido enmarcar en una minúscula intelectualidad es chusco. Pero simplemente sostener esto, es inútil. Debemos enaltecer su espíritu intelectual que a la fecha no ha conseguido superación. Así también, el peronismo, no ha visto en su espalda otro movimiento tan vasto como su imagen. Su magnitud es tal, que los “golpes” que ha soportado son innumerables. Su supresión ha aflorado en muchos, pero nunca lo han conseguido. Sin embargo, no solo debemos pensar en el movimiento, sino que en toda nuestra humanidad, primero nacional, luego global. Cooperar a que no se produzca su desintegración es esencial. El primer paso será buscar un equilibrio, enfrentarse, nos demuestra en la actualidad que nada tiene de positivo. Lo cual nos recuerda una sencillez o tal vez una creación imponderable: “Todo en su medida y armoniosamente, eso es la revolución, los cambios realizados en su medida y armoniosamente”. Esto nos permite observar que el hombre, como especie, debe encontrarse por encima de lo material, en definitiva, somos un destello en la luminosidad.
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Por Andrés Noetzly.
1 de Julio del 2024.